30 de noviembre de 2011

Desconexión mental



Desconexión armónica al infinito, pensando ser algo que sin certeza existe, mirando fijamente a las ilusiones aparecer y engañarse al tomarlas verdaderas mientras caminas hacia el abismo de las emociones sin mirar a los costados, sin mirar atrás y te preguntas si las cosas tienen rostros ocultos pensando que nada es lo que parece cuando algo se muestra delante de tus ojos con contornos distorsionados con temor a convertirse en un cuadro de Dalí o en uno de esos cuadros del cubismo de Picasso. Temeroso retrocedes al tiempo sin poder retroceder a las agujas del reloj las cuales se mueven certeras negándose a afirmar el estar pérdidas mientras dan vueltas y vueltas en círculo.

28 de noviembre de 2011

balada para un loco

Tengo ganas de subir este vídeo mas que nada por impaciente porque si espero unos días obtendré una versión de mayor calidad.




"subite a mi ilusión super-sport,
y vamos a correr por las cornisas
¡con una golondrina en el motor!"

Coreografia diseñada e interpretada por Yanina Gallo Vergniaud y Sergio Bragagnolo (autor de este blog)  con el asesoramiento de German Bragagnolo

25 de noviembre de 2011

La ausencia

¿Qué pensamos? Una cantidad de hilos enredados en mi mente se aparecen delante de mis ojos, estiro las manos para agarrarlos pero ellos se desvanecen entre mis dedos como si fuesen harina o azúcar, tal vez arena como ese reloj de arena que me trae de recuerdo al tiempo, el cual corre mientras permanezco inmutable, cuasi petrificado viendo prácticamente la nada sintiendo el viento quien sopla sobre mí en este lugar desolado donde no hay árboles ni plantas, en esta llanura en la lejanía. En aquellos planos, en aquellos lugares mientras espero vuelvo a mirar mis pies y veo el verde del pasto extendido ahora hasta el horizonte metamorfoseando a la nada en algún paramo de aquellos pero no soy consciente de ser consciente, de mi ubicación, es más puedo agregar que me encuentro serenamente perdido aunque no lo parezca pero dejo a la intermitencia actuar como le plazca mientras me acuesto apoyando la cabeza sobre una roca debajo de ese árbol que en algún descuido hizo presencia

20 de noviembre de 2011

Revuelos


 
          Resulta extraño tener una idea fija en la mente mientras miras el vacio introspeccionando tu pensamiento cuando no te descuidas al creer en tus ideas.
                Dedicado al volar hacia los capullos de algodón, en estas tareas propuestas por temor a esa sana cordura que te venden en medios de “uniformación”, la palabra que busco es de crear una masa de semejantes que mantengan un patrón el cual será llamado como “normalidad”, quizás resulte mejor decir medios de normalización. Y me niego refugiándome debajo de arcoíris de celofán deseando la caída del telgopor, horrorizado de las comparaciones artificiales, artificie del corazón mirando la naturaleza como una especie de suprema unión mientras haces del verde tu color supremo en esas relaciones que siempre se tienden a realizar como una forma de entrarlas más adentros de lo que crees capaz de hacerlo.
                Y te gustaría vivir fantasías en esta fantasía que ya estás viviendo como una forma de escaparte a la fantasía por la puerta de la realidad, frustrado al comprobar la intersección vacía entre estos dos grandes conjuntos de mismos elementos pero funcionalmente diferentes.
                Pero te niegas a revolotear tus alas, que desespera el hecho de verte negarte cuando este mundo está hecho para atrevidos y los soñadores quienes no se suben al tren porque saben su deber de luchar en la marginación o en la auto-marginación, porque seremos flores de pelotudos pero las flores poseen su belleza, tienen su necesidad de ser y por más efímeras que sean siempre dejan su aroma y alguna prueba de su existencia como puede ser otra planta más la cual se encargara de nuevas y nuevas flores como un circulo extendido hacia el infinito buscando siempre su divergencia al contrario de lo que buscan los matemáticos… Se prefiere por millones de años luz a la divergencia

18 de noviembre de 2011

Amoldarse

















Cada cosa en su lugar
forman una pieza de rompecabezas,
un movimiento de ajedrez,
un par de vasos apoyados,
el tintineo de ellos al  chocarse,
un movimiento artístico
y el cajón que se abre
los cubiertos guardados
todo en absoluta sincronía
teatro de la vida
pequeñas rutinas
todo acomodado en armonía
y su mente en constante sintonía
nada difiere, nada cambia
mientras el cree disfrutar de la vida

15 de noviembre de 2011

Era

















Eran sensaciones de canela,
eran gotas de agua cayendo del cielo,
eran danzas alegres, era una zamba,
era un tango, un bandoneón.

Eran hipótesis de vida,
eran palabras caídas en desuso,
modismos olvidados en bauleras zaparrastrosas,
efemérides del tiempo pasado.

Era el desvarió
el rey de la noche,
eran las ilusiones
las reinas del mañana y del ayer.

Era un aliento sobre la  ventana
y unos dedos dibujando lo empañado
un juego de niños
que siempre retorna.

Eran trabalenguas rebuscados
sin sentido y de poco significado,
era algo espasmódico
repetido en una cadena de tiempos.

Era un minuto parado,
era la memoria que no se pierde,
era un lápiz lleno de palabras,
y un papel dispuesto a aceptarlas.

Era el delirio en pinta
que al loco obligaba a la locura,
era la envidia de muchos
al ver bailar alegre a ese loco poseído.

13 de noviembre de 2011

Amorfo























Mentiras empapeladas en la pared,
una verdad a medias sin retorno
círculos viciosos ya sobresaturados
y sinceridades pisoteadas per se

Es la mirada perdida  buscando el horizonte
el vacio con la extensión al infinito
un hombre en posición fetal
deseando nunca nacer

eran manos marcadas en el suelo
y pies agarrando utopías
sueños de los sueños
y la burla a la realidad

El peso de la humanidad a cuestas
pensó la señora de la tierra
mientras alguna lágrima escapaba
y una planta de la nada crecía

Mirábamos a hombres sin cuerpo
a hombres sin rostros ni formas
pero lo peor era que no nos sorprendíamos
y al mirarnos al espejo éramos uno más

pero todo eso algún día acabara
cuando la luna le susurre al sol
-pepe debemos hacer algo-
pero para nosotros será tarde, quizás

11 de noviembre de 2011

El callejón



Se encontró en un callejón, debe de haber pasado la noche entera en el, quizás un poco excedido pero bien no sabe de qué o quizás algo le faltaba. Teniendo esa certeza trata de  recordarlo sintiendo que hace años se levanta siempre en ese callejón y los primeros indicios a su alrededor son encontrados dando un poco de razón a su sentir. Tal vez no sea la primera ni la última noche amaneciendo en este lugar, observa que todo está preparado para olvidar, pero -¿olvidar qué?- Se pregunta y ve huellas, quienes cuestionan ese deseo de olvidar… y cada día al levantarse inspecciona minuciosamente todo, transformándose en rutina, como un deseo para recordar aquello pretendido a olvidarse. Las dudas iniciales todos los días pasan el mismo proceso hasta convertirse en certeza, una certeza atormentadora la cual él desea volver a olvidar una vez encontrada.
En ese deseo, como todos los días, cual necio fuese, cae de vuelta en las mismas y vuelve a entrar al mismo callejón, aquel que parece no tener salida.

9 de noviembre de 2011

Secuencia aromatizada




El sentía el olor de la taza de café con canela, lo sentía cada vez más intenso a pesar de no tener ni siquiera cerca la taza, pero así se le presentaba el recuerdo, así empezaba con algún aroma de aquel día y este recuerdo a veces creía tenerlo acostumbrado. Un taza de café primero como un símbolo de nostalgia se atrevía a pensar en ciertas ocasiones, aunque después se desvanecía como se desvaneció aquel día en su cuerpo el café, pero todavía no comprendía y quizás nunca comprendería de donde provenía el olor a incienso que después venía, quizás el primer día que lo recordó se encontraba cerca de algún incienso “accidentalmente” prendido… Igual no le importo porque este olor a incienso coincidía con la escena siguiente aromatizando ese silencio que caso contrario se hubiese tornado insoportable, habrán sido un par de segundos, un par interminable de ellos y para colmo ese silencio es fácilmente comparable con algún parasito invasivo. Pero después llegaba a su mente una serie desordenada y mezclada de aromas, algunos disonantes, otros complementarios, otros sin ningún tipo de relación y también estaban los opuestos, sus ojos o su mente, quien sabe cual, se negaban a reproducir la escena y la dejaban a la voluntad del olfato, a la voluntad de los simples aroma por no usar la palabra intrincado.
                Ya en esos momentos, acompañado por un aroma salino, en sus ojos se figuraba una que otra lágrima como una especie de lazo hacia el siguiente aroma, la putrefacción pura si lo exageramos ¡O NO! Un aroma agrio recordándole el final de la escena y para mantener extrañamente esa homogeneidad su mente saltaba un par de horas casi bailando, cuasi armónica para llegar a la noche donde otro aroma tendiente a ser agrio se disipaba mientras el vaso, que sostenía en la mano y apoyaba en sus labios, vaciaba su contenido

8 de noviembre de 2011

desenmascararse












Me sentí desnudo, me sentí frágil
me pensé de vidrio, me pensé de papel
me encontré en la intemperie
a la deriva de la incertidumbre
y mi cuerpo tembló ¿será invierno en primavera?
naufrague por mares y a islas arribe
me encontré solo a la espera
me encontré mirando al horizonte
me vi de mil maneras y formas
Quitándome luego las vestiduras
y me entregue enteramente desnudo
a los vaivenes del tiempo
demolí hasta la última cascara,
rompí hasta la última estructura
quede a la intemperie, ¡solo!, ¡no! Con esperanza
y entre tantas demoliciones me puse firme y deje la puerta
para que alguien se anuncie
y permitirle el pase
derribe todo y me mostré sincero
mi cuerpo, como nunca, tembló
y como nunca me sentí feliz en la incertidumbre
juegue la última carta, pero no la última partida
hasta el último camino cerré
esperando que una infinidad de camino se abran

6 de noviembre de 2011

las vueltas del circulo




El la ve el miércoles, la mira y le dice -¡no se! ¿Qué te parece si el sábado hacemos un día de campo?- jamás sabrá porque se le interpuso ese maldito no sé, igual para nuestra historia no  nos interesa, -¿adónde?- le pregunta ella –miremos el mapa y decidamos- y tomando una pausa él, ante la mirada de ella que parece querer asentir, prosigue –te pasare a buscar cuando el reloj de las nueve- el decirlo de esa manera producía en él la sensación de estar en alguna de esas películas, imaginándose ese tic-tac característico que producen las agujas al moverse.
El ya se ve ese día levantándose a las 7 de la mañana con un rock el cuál oficia de despertador, preparando todo meticulosamente, cargando el termo, el mate, un paquete de galletas, -¡huy!, lo olvidaba- la yerba y en el instante a punto de salir se acordó de su nuevo cuaderno, uno de estilo medio hippie que se compro  hace poco para escribir, se veía poniéndose un morral que no posee, cerrar luego la puerta al salir, escuchar el golpecito que la misma daba y después dirigiéndose calle abajo, al dpto. de ella, tocar el timbre una vez y ante el –hola- que ella responde, dice –soy yo, ya estoy.- luego un –espérame- uno o dos minutos después el ascensor se abre, ella sale de al pasillo, lo atraviesa, abre la puerta del edificio (o son demasiados obstáculos o me pierdo en detalles, espero que me sepan perdonar) y luego mientras la puerta se cierra, ella lo saluda, se miran solo unas milésimas de segundo y emprende camino hacia la terminal, el colectivo hace horas los espera a ellos dos y ellos sin preocuparse serenamente caminan en silencio, un silencio tan extraño que ni se le ocurre incomodar, más bien produce en ellos cierta felicidad “pacífica” y de esa forma llegan a la terminal, suben al colectivo, pagan el boleto, se sientan en la cuarta fila, ni una más ni una menos, ella con el privilegio concedido de estar al lado de la ventana. Es allí donde el inicia la charla, por algún motivo lo primero que vino a su mente es hablar de libros y literatura, luego un cambalache de temas suceden a este, hasta que el colectivo arriba a ese pueblito, bajan del mismo y sin dubitar caminan alegres hasta el rio, se sientan sobre sus orillas, procede sacando el termo, acaecen los mates y la cebadas las cuales entremezcladas con el habla se confundieron. Permanecen así largo rato hasta que del termo se fugan las últimas gotas de agua y el último mate hace su ruido característico al acabarse. Se recuestan relajados un rato y luego coordinadamente, “por el cosmos”, los dos al unisonó se levantan, recogen y guardan las cosas desparramadas sobre el suelo, llevan la basura al correspondiente tacho que las espera para colmo y emprenden la caminata por la rivera del rio, caminan largo trecho mientras hablan de la vida, de los locos y los delirios. Encuentran una bella planicie y creyéndolo conveniente el saca un dispositivo el cual permite reproducir música y se ponen a bailar, entre el verde y las flores, entre el cielo, los pájaros y las piedras, un hermoso tango, aprovechan para bailar alejados del mundo, rodeado de naturaleza y las horas pasan, el sol  se corre y el reloj, ese maldito que nunca se tomo el atrevimiento de frenar, les propone el retorno, hace que la realidad acontezca, es un miércoles y ella todavía no le contesta pero el reloj impaciente vuelve a marcarle su error y realmente es cuando él vuelve a la realidad, es un domingo por la noche cuando él se ha dado el enorme lujo de imaginar dentro de otra imaginación

4 de noviembre de 2011

Destino


¿y qué es el destino? Cada movimiento de ajedrez te condiciona las siguientes jugadas, pero previamente se construye en la mente de uno una secuencia, sería una secuencia preestablecida, ya armada por ser redundante, pero a pesar de ser pasos que conforman la receta puede suceder que al finalizar la partida todas las jugadas realizadas ni se parezcan a las armadas en un primer momento, se transforman en una secuencia de pasos con la posibilidad de elegir y así transmutarlos también. Son un montón de puertas las cuales se abren y otro montón cuales se cierran, no es un camino, es una ramificación la cual converge al lugar en el que tú te encuentres ahora

2 de noviembre de 2011

A veces deliro



A veces creo en elefantes de colores, oigo a los globos azules criticar a los rojos y me desconcierto al ver algodones en el cielo, me imagino perdiendo los sueños, perdiendo el asombro y cierta inocencia, temiéndole a la falta de utopías, a la ausencia de esperanzas, a la quietud.
                A veces miro durante una infinidad de segundos esos frágiles cristales cayendo del cielo, veo con cierto desprecio las flores de plástico mientras arranco con descuido a una verdadera. Construyo puentes hacia inimaginables sueños pero siento la fragilidad de los mismos para cruzarlos o me miento creyéndola sentir.
                A veces camino interminables horas siguiendo aquella frase tan repetida y sabia “caminante no hay camino que no se haga al andar”. Busco en los desiertos agua y pencas en los oasis, me abrigo del calor y practico la inversa con el frio.
                A veces a falta de tacto me quedo absolutamente inmóvil, esperando por lo menos algún impulso el cual en tan larga pared acerté de lleno a esa pequeña abertura del tamaño de una puerta.
                A veces escribo cosas incoherentes porque entre tantas incoherencias considero alguna puede tener coherencia, ¿o no?... ¡qué sé yo! Pero por las dudas quiero creer ciertas cosas.
                A veces hago garabatos sin importancia, como una manera de pasar el tiempo.
                A veces voy, solo voy,  otras soy, solo soy... otras no soy ni voy y están aquellas en las que prefiero quedarme en aquel extraño paradigma resolviendo sistemas de infinitas soluciones con la rara necesidad de ir una por una