24 de diciembre de 2011

Una lágrima profuga


Una lágrima se figura en su ojo, un nuevo fracaso, otro rechazo trasladado en forma física a su ojo y ella la espera con ansia aunque esta vez no hubiese preferido que esta debiese aparecer. Una lagrima, una pequeña gota de agua salina con otros compuestos, producto de un proceso químico, pero nos olvidamos que es un determinado estado el cual le pide a la industria la fabricación de estas lagrimas y nos olvidamos de su carga, de todo lo que ella significa, del dolor, de la perdida, de una nostalgia, ¡un rechazo!. Y ella no tiene más remedio que esperarla, no la desea pero ya está resignada al milagro de la tristeza, a la puesta en escena de esa extraña belleza, pero volvamos a aclarar, “no era lo que ella esperaba”, ni siquiera lo imaginado, alguien debería responderle dice su mente ante el suceso.  Ella, quien poco se arriesga y sin embargo cada vez más solidifica su muro creyendo poder ocultarse así de los sentimientos, de los dañinos y por consecuencia de los  benignos también porque por esas desgracias de la vida el muro no distingue ni discrimina, el muro termina apartándole de todo, quizás esto pase debido al hecho que las cosas esas vienen de a pares y no podemos elegir el set, el cuál creamos enteramente conveniente.
                Y todo esto acontece mientras esa lágrima nace, mientras se escapa fervientemente de su ojo con el fin de tener el mundo ante sí (ante sus propios ojos por más que sepamos que las lágrimas no poseen ojos) y recorre en esa aventura miles de micrómetros tomándose su propio tiempo (no, la lagrima no posee un reloj), pero… ¿A alguien se le habrá pasado por la cabeza que cada tristeza posee su propio tempo?, Y ella la contempla, ve su tímido movimiento mientras se transporta a otras realidades, a realidades ajenas, pero ni siquiera es capaz de encontrar en la imaginación aquello, el cual pudiese ser artífice de hacerla olvidarse de ese rechazo. Hasta la ilusa por momentos fugaces se atreve a pensar que el hecho de creer que lo está olvidando no lo hace recordarlo, porque no podemos decir nos estamos olvidando de… sin recordarlo en ese preciso instante.
                Y esa lagrima decide caer, tirarse al abismo e impactar contra el suelo quien determina su corta vida dándole muerte, y en ese instante el tiempo se paraliza, se adormece y se ralentiza todo para hacerle notar a ella, que era parte de una experiencia más, parte de la vida y de su  continuo fluir y por la misma razón no siempre será posible esquivarla.
                Ella lo sabe, no lo niega, pero… pero le encantaría poder negarlo, le encantaría no saberlo. Sin embargo una nueva lágrima huye de su ojo para recordarle que esas cosas así nomás no se pueden olvidar. Y ella se acuesta… y quizás, repiten los ecos de su palabras en el vacío, quizá los sueños funcionen, logren un poco del olvido que ella necesita y sabiendo ella de antemano que el olvido no viene liquido, en tragos raros y menos en pastillas decide de igual manera utilizar las pastillas para poder dormir más tranquila.
                Y una lágrima recorre su mejilla…

No hay comentarios:

Publicar un comentario