25 de julio de 2012

Tratado sobre eso que llaman ética


La ética es una palabra compuesta por 1,2… 5 letras y lleva un tilde en la “e” muchas veces omitido por centenares de estudiantes y/o personas corpóreas a la hora de escribirlo. Aunque nos resulte extraños es imposible la omisión de dicho acento cuando pronunciamos la palabra en voz alta, en caso de omisión no sonaría para nada bien, imagínese que sea dicho como etíca o etica, obviamente habrá cierto ruido en esa pronunciación. Resulta llamativo que nadie sea capa de visualizar en el sonido el acento pero es mi deber informar que hay variaciones en la onda que se ve modificada cuando se trata de una “é” o una “e”.
 Dicho todo esto, lo cual me servirá de pie, pretendo empezar mis clases sobre los colores donde procederé con suprema paciencia y tratando de ser lo más cauteloso posible.  De esta manera garantizaremos seguir firmemente los principios de la ética respetando el libre albedrio del color, su libertad a mezclarse, sus derechos adquiridos y la manutención de los mismos. Por lo expuesto deberemos respetar al rojo cuando se niega a cambiar parte de su personalidad, al convertirse en violeta, luego de mezclarse con el azul. Claro que deberemos calmar al azul ya que este se encuentra impaciente por perpetuar tal transformación. En cambio observamos mucho más viable la producción de naranja porque tanto Don Rojo como la señorita Amarilla así lo desean. Don Blanco suele mezclarse con Don Negro para crear una diversa escala de grises. Ruego también tener el máximo cuidado: una mezcla mal hecha puede dar nacimiento a un color sin vida, incluso el derrame de colores es capaz de producir un monstruo pero, una unión de franjas de colores puede hacer uno de esos locos arcoíris.
Pero esto que llamamos ética no solo la vemos presente en la formación de colores, sí préstamos atención en nuestra vida diaria la encontraremos aplicada en un sinnúmero de actividades cotidianas.
Incluso para impresión y asombro de muchos, en el juego de ajedrez donde tomamos tantas decisiones que resultan ser importantes, pueden ser estas regidas por la ética. Aunque generalmente el jugador hace caso omiso de ella, usa y se vale de diferentes medios para olvidarse de su existencia, hasta llega a rechazar sus propuestas e incluso despreciarla… Puede darse el caso que el jugador regido por la más absoluta y estricta de las éticas se meta en dicho juego y, sin contaminarse, gane la partida. Pero en caso de que se de este hecho, el jugador supuesto deberá tener el más absoluto cuidado dada la existencia de miles de jugadores que aborrecerán la ética y estarán dispuestos a presentar las más extrañas batallas ajedrecísticas para refutar esa maldita ética y posteriormente desterrarla. Incluso puede pasar que todos estos jugadores, de alguna forma meramente extraña, que escapa a mis ojos, realicen una unión mágica donde todos ellos jueguen la partida dentro de un solo sujeto corpóreo. Es este el caso más complicado en los posteriores análisis: un simple partido de ajedrez…

Juan Gregorio Rivas

21 de julio de 2012

Ella calló


Ella calló,
no vio en mi rostro el semblante de sinceridad,
no vio el corazón en las palabras hechas sonido,
ni el árbol de la esquina regalando manzana
a quien las quiera.
Ella calló,
necesitaba hacerlo después de aquellas palabras,
sus ojos, con ellas, se cerraron,
su respiración aminoro tan bruscamente
que ya parecía no inhalar, ni tampoco exhalar.

Ella callo,
ya no escuchó a los niños jugar en aquella plaza,
cuadras atrás.
Su corazón tanto frenó su pulso
que aparentó estar paralizado.
Ella calló,
la sangre dejó de circular.
No calló un instante efímero,
lo hizo por un instante eterno…
Fue la última vez que calló

Por Serápiens

18 de julio de 2012

Extracto



¿Quién eres? ¿De dónde has salido? ¿Cómo se envían las palabras en ausencia de los espacios? Dejaré a mi cuerpo en la incertidumbre sin más que esperar un poco. Me veo en esa necesidad de correr sobre los relojes, de escalar altas montañas de arena antes que ella desvanezca. ¿Dónde estoy? Ya casi no recuerdo aquellas paredes blancas carcomidas por el paso del tiempo en donde un día fui encerrado, pero después dijeron –te liberaremos- luego me arrojan sobre las baldosas de la vereda, un golpe en seco se escuchó sobre aquella noche lluviosa, un hilo de rojo de pintura resbalo de mi mejilla. Mis ojos desorbitados, incrédulos ante el panorama del derredor… Jamás me preguntaron si deseaba salir como tampoco existió aquella donde el motivo sea el deseo de entrar. ¿Quiénes creen ser ellos?, y sus vestidos blancos ¿Qué autoridad les confiere? Siempre  creí ser libre hasta que me privaron de la libertad, la oscuridad quiso hacer lo suyo. Cuándo me habitué a esconderme en las esquinas del diminuto cuarto y dejé de esperar me creyeron cuerdo. Cuándo solo encontré la rutina como medio de subsistencia y no quedo otra salida que adherirme a ella me creyeron cuerdo. Cuando me apacigüe y deje de preguntar me creyeron cuerdo.

¡MALDITOS LOCOS!
Malditos, quisieron robarme el horizonte y cuando me creyeron cansados de tanto trajinar me lanzaron de bruces contra la pared. Sumiso me vi ante tanta gente y me sentí peor que el más insignificante de todos los seres, al querer ver perdí el rumbo y perdí mi preciada cordura. El mundo me avasallaba y yo lo deje hacerlo.
Me liberaron aquellos locos cuando creyeron que deje de ser un delirante y realmente les creí. Creí que ellos tenían la razón, ya no deseaba aquella libertad que se tornó insignificante. Libertad tan preciada en antaño, lo vale aún aunque no tenga palabras para enviar en el espacio donde no hay objetos físicos que interrumpan mi paso.

¿Qué loco no se adapta en esta época?
Lograron que me adapte a fuerza de frijoles. Cada vez que me quejaba recibía un menjunje de alimento pero si veían que daba un paso adelante en el proceso recibía chocolate como recompensa. Chocolate que luego comía con más amargura que cualquier otro alimento.

Ellos me enseñaron a maldecir… Malditos locos de blanco que se creen en autoridad.

Estoy  perdido pero con mapa en mano, estoy perdido en tiempo determinado. Quiero gritarle a mis propios oídos, deseo sacar sonidos de mis labios pero me es imposible mantenerme sobre los pies. Muchos pasados sobrevienen sobre mí y pocos futuros se vislumbran delante.
¿Dónde quedo mi locura?


Juan Gregorio Rivas

14 de julio de 2012

Invasiones



“Tengo que dejar que me invada” - Pensó abruptamente mientras perdía su estado somnoliento. Miró a los costados, no había nada ni nadie en la habitación.“¿Qué me invada quién?” Escuchó repetir al eco y sin entender nada caminó hacia el espejo, no se sorprendió al no ver su rostro reflejado, tal vez no halló importancia en ese detalle -una persona sin imagen, nada fuera de lo común-… 
Sólo pocos pensamientos le atormentaban cuando dejó caer unos papeles, tropezando en un parpadeo de ojos contra una silla mal ubicada -Subjetivamente mal ubicada- Podrían ser sus reacciones, aún dormidas, quienes olvidaran la existencia de esa silla en aquel lugar.
Respiró lento  y repitió esa actividad, de nuevo escuchó decir al eco “¿Qué me invada quién?”... Lo escuchó cinco veces y la última llegaba ya en tono de desesperación.
Si hubiese visto las agujas del reloj, le estarían marcando las tres, más bien, las 4 am. Pero qué le importa a él lo que diga el reloj.
Afuera una luna en el cielo que no ilumina a nadie. Hace frio y todos están guardados en sus hogares, las voces del relator por momentos se confunden con las del personaje, mientras él se abriga -¿Quién?- para salir a un café cercano que debe estar abierto. Se escuchan los crujidos de la puerta y luego un golpe en seco, un par de cuadras abajo está ese pequeño barcete. Es un lugar sacado de los suburbios que recuerda a los escondrijos, pasos lentos transportarían a cualquiera adentro del bar. El mozo se apresura en atender para luego traer un café a mis manos que deseaban sentir el calor de la taza.

Jose de la Tierra

12 de julio de 2012

lejanías


-Apaga la luz, apaga la luz- le gritó antes de que salga corriendo, pero no hubo respuesta en el aire, no hubo rasgos de oscuridad en  aquel paisaje, solo ese pedido que quedó olvidado ante la inacción. Alguien que quizás le grito al viento, que quizás corrió creyendo ilusiones, creando hechos ficticios. Tal vez fue la mera impresión de creerse acompañado la que lo llevo a gritar.
Luego corrió, corrió sin rumbo pero con sentido o absolutamente al revés.

Por Serápiens

8 de julio de 2012

Paren, paren ya...


Una vez más las cosas dejaron de oírse
¿Por qué la maldita manía de decir los nombres de lo que acontece?
No quiero escuchar sus voces,
solo quiero que el silencio las aplaque.
No pretendo ver lo que no me corresponde,
prefiero entregarme a la incertidumbre
¡Cállense! ¡Cállense! ¡Cállense!
Que de nuevo enloqueceré
¡Ahhhhhhhhh!
No quiero sus despojos,
no me despojen de la ropa
quédense con estos trapos.
¡Griten! ¡Griten! ¡Griten!
¡NOOO!, no quiero que sus voces se escuchen
ni yo las quiero escuchar.
¡NOOO!, no quiero sus ojos mirar,
ni que los suyos vean mis lágrimas,
les ruego, no me vean llorar,
esperen que se seque el lagrimal
¡Paren! ¡PAREN! Por favor,
No me obliguen a clamar
 ¡Paren! ¡PAREN! Por favor,
solo un poco, no se hagan rogar.
¿No ven que romperán varios cerebros?
no taladren mi cabeza
unos pocos hoyos la dejarán saturada.
Voy a explotar…
Podría enloquecer ahora
¡JA!
No les daré la oportunidad
y menos a aquella locura,
que me espera,
 allá a lo lejos está
con colores impregnando un bastón
¡STOP!
Grito ante ustedes.
Paren que me volveré cuerdo,
me “acuerdesaré”.
No le den cuerda a mi reloj,
¡Paren! ¡Paren! ¡Paren!
sus voces no quiero escuchar,
menos sus ideas fumar.
Ni siquiera quiero mirarlos
¡AHHHHH! No quiero seguir esquivando palabras,
ni siquiera deseo los círculos sin salida.
¡Stop! ¡Griten! ¡Paren, por favor!
¡Griten! Griten bien fuerte,
que no los quiero escuchar.
Calmarme, debo calmarme,
¿Dónde está la pastilla que me receto el doctor?
Ya no la encuentro,
ya no la encuentro,
así volveré a enloquecer.
Pero… ¿De dónde proviene esta calma?
¿Acaso se calmaron los gritos
o el vaso ese, que está vacio, me está dando una indicación?
Mejor no pregunto tanto,
quién más pregunta se torna tanto más cuerdo.
Mejor me tomo el palo
para luego subirme al delirio
que se me acaba el círculo
obligándome a dejar esto cerrado

Por Juan Gregorio Rivas

6 de julio de 2012

Sanguijuelas


Repudio a aquellas personas macabras que solo viven del daño ajeno.
Sanguijuelas del dolor, mortíferas con las alegrías.
Bronca solo brota de mis ser al creer que ellas se regocijan a partir de las llagas en piel ajena.
Son malditos títeres capaces de vivir del auto-flagelo.
Esquivo soy ante esa peste
y me repugna el hedor de sus heces
Aunque algunas míseras almas solo dañan a partir de su inconsciente,
sin desear causar aquellas tormentas putrefactas sobre las cabezas y los cuerpos que pululan en sus entornos.
Esos imbéciles no merecen mi rencor, pero si un pedazo de mi ira
obsecuentes de sus actos, débiles que no pueden maniobrar sus viles actos.
Deseo que mis pupilas no deban esforzarse en ver esas gentes,
y que solo a cientos de metros estén de mi presencia.
 Ambos tipos de ¿Personas? No son capaces de sentir la mierda del remordimiento.
Ese vil que solo acecha al bueno y al buenudo.
Bronca brotan en mí aquellos, bronca al verme sometido en mis propios remordimientos
¿Qué más quisiera yo que poder atropellar al mundo con pesadas maquinas?
Pero me toca ser el mísero culpable que siente remordimiento cuando se apuñala un unicornio, a un rico e incluso más cuando se trata de un pérfido ladrón.
¿Qué más quisiera yo que destruir al mundo repleto de imberbes, ratas, alacranes y lacras?
Pero debo soportar el peso infernal de la culpa.
No soy capaz de soportarme por ellos y hasta que no esté hediondo de tanta mierda, no seré yo

Por Frank Volstok

1 de julio de 2012

Sombras en el desierto


Ya no está, se fue apenas sobrevino la noche, cuando otras sombras ocultaron su sombra. Llegué tarde a buscarla mientras otras sombras, cuales trate de quitarlas con mis manos, envolvían mi cuerpo. Era tarde para el pasado, aquí recién se forjó el futuro sin permitir modificación alguna.
"Llegaste tarde" gritaba el eco encapsulado en una voz de mujer, "llegaste tarde" repetía otra voz, furiosa y masculina. Ni siquiera se veían los pasos en el suelo, el silencio ocultaba las voces pretéritas, la oscuridad las voces futuras.
Pequeño pozo el que cayó al encontrarse sin vista, sus gritos apagados por la profundidad, y sus sollozos ni siquiera importan. No solo cayó en el pozo, sino que el pozo calló sus voces. Y ni siquiera sabemos quién cayó, si seré yo, ella, él, vos o alguien.
Pero, que importa responder aquella duda, si en este paraje lejano ya no queda rastro del rastro y debo hablarme solo para saber si sigo existiendo.

Por Serápiens