18 de julio de 2012

Extracto



¿Quién eres? ¿De dónde has salido? ¿Cómo se envían las palabras en ausencia de los espacios? Dejaré a mi cuerpo en la incertidumbre sin más que esperar un poco. Me veo en esa necesidad de correr sobre los relojes, de escalar altas montañas de arena antes que ella desvanezca. ¿Dónde estoy? Ya casi no recuerdo aquellas paredes blancas carcomidas por el paso del tiempo en donde un día fui encerrado, pero después dijeron –te liberaremos- luego me arrojan sobre las baldosas de la vereda, un golpe en seco se escuchó sobre aquella noche lluviosa, un hilo de rojo de pintura resbalo de mi mejilla. Mis ojos desorbitados, incrédulos ante el panorama del derredor… Jamás me preguntaron si deseaba salir como tampoco existió aquella donde el motivo sea el deseo de entrar. ¿Quiénes creen ser ellos?, y sus vestidos blancos ¿Qué autoridad les confiere? Siempre  creí ser libre hasta que me privaron de la libertad, la oscuridad quiso hacer lo suyo. Cuándo me habitué a esconderme en las esquinas del diminuto cuarto y dejé de esperar me creyeron cuerdo. Cuándo solo encontré la rutina como medio de subsistencia y no quedo otra salida que adherirme a ella me creyeron cuerdo. Cuando me apacigüe y deje de preguntar me creyeron cuerdo.

¡MALDITOS LOCOS!
Malditos, quisieron robarme el horizonte y cuando me creyeron cansados de tanto trajinar me lanzaron de bruces contra la pared. Sumiso me vi ante tanta gente y me sentí peor que el más insignificante de todos los seres, al querer ver perdí el rumbo y perdí mi preciada cordura. El mundo me avasallaba y yo lo deje hacerlo.
Me liberaron aquellos locos cuando creyeron que deje de ser un delirante y realmente les creí. Creí que ellos tenían la razón, ya no deseaba aquella libertad que se tornó insignificante. Libertad tan preciada en antaño, lo vale aún aunque no tenga palabras para enviar en el espacio donde no hay objetos físicos que interrumpan mi paso.

¿Qué loco no se adapta en esta época?
Lograron que me adapte a fuerza de frijoles. Cada vez que me quejaba recibía un menjunje de alimento pero si veían que daba un paso adelante en el proceso recibía chocolate como recompensa. Chocolate que luego comía con más amargura que cualquier otro alimento.

Ellos me enseñaron a maldecir… Malditos locos de blanco que se creen en autoridad.

Estoy  perdido pero con mapa en mano, estoy perdido en tiempo determinado. Quiero gritarle a mis propios oídos, deseo sacar sonidos de mis labios pero me es imposible mantenerme sobre los pies. Muchos pasados sobrevienen sobre mí y pocos futuros se vislumbran delante.
¿Dónde quedo mi locura?


Juan Gregorio Rivas

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