Quizás resultase extraño, por lo menos a él le
pareció de aquella forma, sentirse solo en ese mundo moderno que lo rodeaba y
lo abrazaba pero al mismo tiempo el quedaba asilado gritando y respondiendo a
sus propios ecos, frenando para escuchar el resonar de sus pasos, solo sus
pasos en ese vacío de ruidos, en el silencio. Sentía poder salir de sí mismo y
mirarse a través de los espejos, sentado, casi acurrucado en la esquina de esa
habitación mientras de reojo atravesaba su mirada la rendija de aquella puerta
ubicada en un costado, la cual le permitía ver el mundo entero
intranquilizándolo y se metía cada vez más dentro de sí. Pero a veces se
animaba a más, se levantaba y abría un poco la puerta permitiendo a los espejos
reflejar el mundo y el reflejo lo atormentaba, no el mundo, solo el reflejo al
que él estaba sometido, aunque deberá comprenderlo algún día, mientras tanto
permanece solo en ese rincón, dejando al tiempo pasar en ese exterior inmutable
al tiempo.
Interesante forma de expresar la paradoja de enfrentarse al mundo.
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