Tal vez el sueño
dejo de existir, sometidos quedamos al alcance de la realidad.
Sin oponer resistencia muchos
se entregaron, no esperaron a estar arrinconados por la realidad, no intentaron
ni fueron capaces de huir de ella refugiándose sueño tras sueño. Prefirieron y
desearon, quizás, no caer en la incertidumbre, ni menos en el miedo a ser
descubiertos. Solitos ellos se entregaron, unos pasos (tal vez vacilantes) solo
bastaron y sus sueños se extinguieron desparecieron… Quedaron aquellos
quienes si opusieron resistencia, de todas las descabelladas formas arriba
nombradas, manteniendo despiertos nuevos sueños, alimentándolos, abrigándolos,
con aquella esperanza que un día los sueños ya gestados, ya crecidos, ya
fuertes y más vivos que nunca sean quienes se enfrenten a la realidad y la
realidad se transforme en esos sueños, si quizás la mismísima realidad este
esperando eso, este esperando por algún sueño el cuál deseoso se decida a
incorporarse a ella para convertirla en sueño y en realidad, en realidad y en
sueño, ambos entrelazados, inseparables, dándonos todo a nosotros y negándose a
arrebatarnos los nuevos sueños y las nuevas sonrisas
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