13 de septiembre de 2011

Ojos ciegos

Ayer te vi, ibas por esa cuadra, la de enfrente, caminabas despreocupada, sin mirar hacia mí, Yo corrí hacia vos como un desesperado a pesar de saber lo lejos que puede resultar cruzar una calle. Una bocina se cruzo por mi mente, una o varias, ya no sé cuantas, parece ser que cruce un semáforo cuando el tipito incrustado en él, en un rojo furioso me gritaba que no podía cruzar, me lo prohibía; pero yo oídos, manos, pies y cuerpo sordos continuaba sin hacerle caso, con mi mente enfuscada en pasar. No sé como hicieron mis ojos para poder esquivar todos los autos, solo puedo afirmar haberme encontrado en tu vereda intacto, pero quizás por tal motivo, la distracción de esos malditos ojos que se independizaron de la mente, resultó que al llegar a la vereda, que dejo de ser la de enfrente, la tuya, no estabas. Habías desaparecido sin dejar rastros, ninguna señal a este corazón que añora. Pero quizás, me repiten mis ojos, quizás... el cerebro quiso ver  ficciones y movilizo todo el cuerpo para llegar a sueños imposibles. No sé, yo me niego a darle la razón a los ojos, no por el hecho de saber que fueron ficciones, sino por el hecho de vivir los sueños y de arriesgarse para cumplirlos. 

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