29 de agosto de 2011

Extractos de la vida real

Doblo por la Belgrano, bajo hasta llegar a Rivadavia, pleno centro puntano, en un mediodía frio de invierno. Mientras camino un no sé qué me dice que de seguro nos cruzaremos, me repito que es imposible, que se yo. Igual debo hacer tiempo, dejar pasar segundos sin necesidad de hacer nada. Al llegar a la Rivadavia me freno en esa esquina y veo pasar a la gente: Lo que importa es el foco (el enfoque), el tiempo es el mismo, pero el  foco cambia nuestra percepción, solo debemos ver una persona en un caminar lento y centrarla en nuestro enfoque para retrasar la percepción de nuestro tiempo y ni hablar de ver alguien caminando rápido como se lo acelera y si decidimos enfocar nuestra percepción en otra cosa, ver los colores, por ejemplo el celeste, ¡Mira vos que cantidad de personas lleva algo de tonalidades azules y celestes! Haber ahora, veré un punto, siento pasar manchas frente de mis ojos, ¿y si queremos ver rostros? Huy! Mira que interesante, es esta contento, esa parece apurado, ¡qué cantidad de contornos! Y si… -Hola, tanto tiempo- ella me saluda (debo regresar) –Hola ¿Cómo estas?- justo me encuentra volando, colgado. -¿qué estás haciendo acá?- me pregunta -¿Nada, haciendo tiempo- supongo que le dije, o algo similar, que se yo… De repente me encontré diciendo –Chau- y luego ella alejándose. Qué raro, fui vidente y después terrible pelotudo… Debería haberla abrazado por lo menos

No hay comentarios:

Publicar un comentario