17 de septiembre de 2011

Atardecer de una sequía


El viento se aparece de repente,
mientras el camina hacia la facultad,
lo abraza a las diecinueve horas, levantando la tierra
de una ciudad en sequia.

En el poniente la luz del atardecer
junto con la tierra espolvoreada
tiñe de sepia el cielo celeste
y el camina paso a paso contemplando todo
con los ojos de un niño asombrado,
espera la lluvia anunciada,
esa que se hace rogar.

Las nubes dejadas llevar por el viento
de a poco ocultan el sol,
pero el sepia persiste, él lo sabe.
Al unisonó de su marcha
entra a la facultad,
mientras afuera el clima esta aferrado a mantenerse.
Dos horas después  regresa a su casa en compañía del viento
el cual una extraña alegría en el produce,
pero la lluvia no ha llegado,
la muy irresponsable falto a su cita
y la tierra la añora, con gritos secos la llama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario