8 de septiembre de 2012

Apariencias

Escena 1:
Sentado, sigue con los ojos las letras, amplía lentamente su inteligencia, su mente. Es tiempo de aprender dicen las ilusiones de letras esparcidas en el aire, pero hay un mundo fuera y él es consciente de su existencia, lo desea con cierto fervor, desea que esté a su alcance… Pero permanece sentado.

Escena 2:
Su cuerpo parece perpetuarse sobre la silla mientras en su cabeza estallan los revuelos, un planteo fundamental crece y crece en su mente, la espera de unos meses surge en pregunta, se repite en la atemporalidad tomando palabras y formas: ¿Podrá esperar 36 meses? El silencio se expande, es él ante las hojas cargadas de tinta; es él en el exterior de las hojas ocupando un espacio, un tiempo, soportando una carga, pesumbrosa carga; es él ante el mundo y él ante las hojas…
Doble dualidad, decisiones interceptadas de mutua implicación.

Escena 3:
La silla, el trono, ¡NO!... Sólo sabe que la silla no es el trono, tampoco es su vida, pero… ¿Cuál es su vida? Puede presentir que puerta está condenada ya a cerrarse o que existe la posibilidad a medias, pero se queda ahí sin traspasar la barrera. Dejar de ser él ante las hojas es recrudecer su “él ante el mundo”.
Quiere lanzar cada hoja, verlas volar por los aires hacia la infinita combinación de las cuatro direcciones pero las volvería a tomar, está seguro; arrodillarse delante de las hojas y agarrarlas una por una para luego ordenarlas no es una imagen agradable, es una bajeza insoportable incluso. No es tan valiente ni tan cobarde, esa cobardía consiente se asemeja a una especie de valentía…. Pero no hay cordura en la decisión, hay seguridad, hay estabilidad, hay una maldita maldición encerrada…

Escena 4:
Fuera el mundo se mueve, el ruido de los autos le hace recordar de ello, el ruido de la heladera dice que hay alguien trabajando en la empresa que distribuye la electricidad.
Dentro no hay mundo, no hay tiempo ni espacio, no parece verlo o no parece haberlo. La silla transmuta en una maquinaría de muerte, en silla eléctrica, en condena sin suplicio, en dolor y tortura.
-La salvación esta a un salto temporal o varios saltos-. Se consuela, consuelo de tontos quizás…

Escena 5:
No aguanta la presión, de él se levanta el alma, se dirige a la cocina lentamente, se escucha el ruido consiguiente del cajón, el mango del cuchillo, el cuchillo frio, el grito, el llanto…
Una voz en pena se pronuncia ante el hecho -Adiós alma, adiós-…

Escena 6:
Otra alma se levanta de su cuerpo, sale y camina, camina hacia el horizonte, lo busca con ansias de tocarlo… Jamás regresa.
La mismas voz -Adiós alma, adiós-….

Escena 7:
El cuerpo, el cuerpo postrado en la silla.
Las lágrimas, las lágrimas caen de su mejilla.
No hay ganadores, sólo existe la posibilidad de perdedores o la de perder una insignificante porción de vida… 36 meses se tatúa su mano, la boca lo pronuncia sin cesar y los ojos desean verlo hasta pulverizarse.
El cuerpo pierde libertad, condena a las almas…

Escena 8:
Almas, cuerpo: un convenio por hacer, no hay condena duradera, no existen, son efímeras… ¿Le esperarían 36 meses?
Pacto: dar vuelta el reloj de arena, al detenerse culminará la espera, caerá la silla o se marchitarán las flores…

Escena 9
Suspenso, indeterminación e incertidumbre controlan la situación…

Por Fernando Klap

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