12 de agosto de 2012

Oda a Localinda


Localinda, por ti escribiré mis versos y suspirará el viento, cantarán las plantas y bailarán sus hojas. Fueron días los que te busque, unos desencuentros no impidieron que luego surjan los encuentros. Nuestros alientos fueron primero, nuestros olores se mezclaron y nuestros cuerpos rozaron después… Almendras son las gotas de recuerdo que rellenan los bombones, el viento agitado se escucha con nostalgia, las calles están vacías a pesar de estar tan populosas, los murmullos son opacos… ¡Oh! Localinda, reina de las alondras y de las sirenas, ¿Dónde está ese mar que te vio nacer? ¿De qué comida te habrán alimentado para formar tan magnánimo carácter?...
Detrás de los arboles sueño con ver dos presencias olvidadas del correr de la arena y del devenir… ¿Habrá algo más preciado que esa tierna locura? Recuérdola en la soledad de los lagos, a través de los dibujos en la arena y el cantar del bandoneón, o en aquel puerto con ese vestido marrón. Recuerdo, entre mes, haber rumbeado puerto en puerto con mi guitarra y mis penas buscando esos ojos que reflejan mis imágenes, esos ojos que desnudan tu persona. O aquella noche de ensueños cual nunca supe si alcance a dormirme en los confines del paraíso, fuimos expulsados del edén por morder de esa manzana y recorrer aquellos poéticos paisajes… Allá en la noche donde el tacto opaco al sonido y el viento lejos llevo las imágenes, solo una presencia conjugada dejo en la escena. Después las aguas termales invadieron el espacio y desearon ahogarnos en el deseo.
¡Oh! Mi bella localinda, ¿Dónde estarás ahora que deseo que el recuerdo sea presente y el presente sea tangible?
Hablamos de plantas y verduras, en el fuego cocinamos todo y nos miramos sin cortar la distancia, a escondidas del cielo hubo una unión nuevamente pasajera, el cielo trajo las quejas de un bandoneón después, tomando fuerza esa melodía lejana para cocer aún más esas almas encontradas. Hoy, hoy es hoy, como mañana será ayer, el ayer que deseo, el ayer que anhelo, el recuerdo transmutado en presente, el señor de traje que nos guiña un ojo y la señora que lanza una breve carcajada.
Localinda de los sueños, localinda reina del presente


Juan Gregorio Rivas

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