14 de abril de 2012

Ladrillos


Era un día rojo, es en el que abrió los ojos luego de una larga siesta, se manejaba entre pocas palabras mientras... mientras decidido salia de su pedazo de habitación, S movimientos de la derecha, G movimientos de la izquierda lo llevarían fácilmente a otro mundo subalterno. Entrando a la sala de estar reflexionó sobre las palabras anuladas en el aire y al sentirse asfixiado agilizó los pies en dirección a un exterior que a pesar de parecerle lejano, en esa mezcla de vagancia a priori la experiencia le demostró ser cercano aunque no fuese tangible. Abrió las puertas mientras las ventanas cerraban y enmudeció para contemplar en soledad ese tenue rojo posando en el día, entró en la vereda dispuesto a crear camino aunque en ese momento no reparo que la vereda significaba un camino ya armado por quien sabe quien en una repetición de letras adheridas a un significado, pero tampoco reparo cuando decidió hacer sus propias veredas y menos cuando paso sus ojos ante el monte quien pareció virgen ante sus ojos y pereció tal virginidad apenas poso el primer pie sobre la tierra del molle y del tala... Ahora sin desmalezar empezó la construcción de su camino sin reparar en la facilidad de perderse o de no poder volver tras sus huellas. En un acto inconsciente se libero de su ropa como quien osa liberarse de sus ataduras, continuo desnudo su camino y también se descalzo al seguir sintiendo una incomodidad inexplicable, prefería abrir lastimaduras en su cuerpo, pincharse con las espinas del camino antes que continuar atado a un par de alpargatas... Quien sabe porque se le habrá ocurrido agarrar un “bastón” mientras más se internaba en el monte llegando a perder el rastro del rastro.
Ya el negro de la noche opacaba el rojo, ¡ese rojo! Y en el monte las figuras y los aullidos no se hicieron rogar. Él que no paro ni un solo segundo de pronto se detuvo y algo lo invito a agudizar su oído, por desgracia lo agudizó tanto que casi explota su oído al escuchar aquel ronroneo. Pero no temió por su oído, temió por él y por su cuerpo, la noche despertó temores y no tenia seguridad en poder regresar, solo se encontraba en compañía del bastón y sólo prosiguió con cautela entre esas indecisiones de seguir o de quedarse. La noche liberó esos temores que el esclavizó durante el día y ahora rebelados no podía controlar pero no lo quedaba más remedio y en esta lucha debería entretenerse mientras espera el amanecer.

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