Fue
en la universidad cuando nos separamos, fue por aquellos años cuando
empezó a estar cada vez más sumergido en la sociedad, entrando
incluso a la conformidad, esa fue una de las disonancias, una de las
tantas, ¡él, un conformista! Y yo rotundamente me negaba a serlo,
fueron largas discusiones, a veces duraron días y él bajo quien
sabe que especie de juez entro a ganarlas, quizás el juez del
cansancio ese que ahora debe haberse tornado en contra y lo apabulla,
él las gano, todavía me pesa ¿a costa de que las gano? Lo cierto
es que las gano deseando ser derrotado pero yo no pretendía
insistirle, no, prefería mantenerme un tanto distante, en el fondo
lo abandone porque siempre quise que me busque, no quería insistir,
con eso seguro no lograría nada, pero tantos años pasaron ya,
¡tantos! En ese entonces cuando vine no estaba vestido así, ¡no!
estaba vestido de otra forma, tenia puesto un Jean, los dos teníamos
el misma Jean porque claro, los dos éramos uno mismo en ese momento,
todavía no había ninguna separación, veníamos distantes de hace
meses pero no todavía en la forma de vestir, los dos llevábamos una
remera con dibujos en ella pero no recuerdo como eran. En ese
entonces yo me vine hacia acá y con los años fui cambiando la ropa,
debo haberla ido cambiando según la iba cambiando él, yo un día
tenia bermudas, otro día un pantalón pero siempre presentaban en mi
el mismo formato, en otras palabras el tenia un pantalón bonito,
nuevo y yo tenia uno igual pero más rotoso. Las ropas formales que
el empezó a usar no me gustaban, pero al ser parte de mi debíamos
tener la misma ropa, por eso los dos estamos con esta camisa, con
este pantalón, con estos zapatos, los dos iguales. Cada vez que
cambiaba de ropa me percataba de sus cambios por el estilo pero como
hace tantos años que no había cambio me olvide de que ambos usamos
la misma ropa, fue una eternidad donde la imagen presente es con
esta ropa. Ahora, al verlo, recuerdo de todos estos cambios, pero
siento que paso una eternidad, hace tanto que no cambio de ropa, hace
tanto que no tengo el gusto o ese sentimiento que tenía de ver en
que me estaba convirtiendo que ya me había olvidado… Pero sigo
inspeccionándolo, sigo buscándolo para ver si en algún momento
encuentro aquello que el quiere, me acuerdo todavía de aquella ropa,
me encantaba no como esa que usa ahora, de traje y corbata.
Para
él los años pasaron, pero para mi no, mi cabello no ha cambiado
durante quien sabrá cuantos años, es parecido al de aquella época
pero más desprolijo porque nunca dejo de crecer y nunca me lo corte,
es parte de mí, es mi esencia y no deseo un corte como el suyo, un
estereotipo, lo esquive antes y lo esquivo ahora. Los años en la
linealidad del tiempo para mí no pasaron, me quedé estancado
mientras los suyos transcurrían, envejeciéndolo, parece tener como
cuarenta años. Lo deje a una edad cercana a los 20, en una época
bastante especial, era invierno y en ese entonces nos encontrábamos
en plena época de parciales por ello no se percataría de mi huida,
de haber quedado abandonado. Meses después, un día de verano,
mientras tomaba una cerveza fría, relajado se acuerda de mí, se da
cuenta que me fui, aunque no se realmente si esto paso, realmente esa
era mi ilusión, así creí que se precipitaría el recuerdo ante el
olvido, pero en esas intenciones pretendía que viniese a buscarme,
cuando el tenga tiempo para pensar seguro se acordará de mí y me
buscará, era una simple pretensión, casi una sentencia, ¡Pero fui
un iluso!
Después
de todo SOMOS parte de algo: SOMOS una dicotomía, SOMOS una
disyuntiva a partir de esa dicotomía. Yo como un recuerdo en su
mente, él como un recuerdo en mi mente, disimulados ante la
eternidad.
Tantos
años pasamos en esta habitación que al estar tan familiarizado con
ella me olvido de todo lo que la misma encierra. Nos encontramos
sumergidos en una oscuridad selectiva pero no progresiva por el hecho
de la lejanía, más bien por el hecho de la cantidad de cosas que no
separan en esta habitación, cosas que deben iluminarse a su debido
tiempo. A él lo puedo ver, lo veo claro pero lo veo gracias a los
intersticios existentes entre la cantidad de objetos los cuales nos
separan en este espacio, y él gracias a lo mismo y a la oscuridad
presente no me puede ver. La habitación no esta vacía como se atina
a pensar cuando no hay ninguna aclaración de sus contenidos, ¡no!,
la habitación esta repleta y puede ser tortuoso su recorrido entero,
esta repleta de cosas pero no cosas como una mesa, aunque una imagen
de la misma, de alguna en particular, debe estar por aquí porque eso
a lo que genéricamente le llame cosas es algo más especifico, son
recuerdos: de la infancia, de… ¡Esas son las hamacas de cuando
éramos niños! Las sillas, nuestro ropero, aquellas son imágenes de
nuestros amigos, pero después abandono aquellas amistades y dejo sus
imágenes aquí, las cuales a veces aprovecho para recordarlos, para
hacer como quien los frecuenta, jugar con imágenes, con recuerdos y
contentarme con ello por la imposibilidad de poder ir a verlos. Ahora
él se encuentra allí, seguro añorándolos al encontrarse ahora
rodeados por mascaras, por amistades falsas, por lazos unidos al
estar netamente en sociedad, los de ahora son como ficciones,
representa personas presentes mientras están realmente ausentes y
esto debe haberlo asustado para que salga huyendo a buscarme, deseo
suponer que llego aquí buscándome.
Esta muy bueno, sale dibujo de la tercera parte me parece!
ResponderEliminarConfieso que tuve que leer la 1° y 2° parte, porque se me había pasado.
ResponderEliminarMe gusta que se suban cuentos más largos a los blogs, aunque no sea lo "políticamente correcto", así que lo disfruté, es un placer que no siempre me puedo dar en los blogs.
Un cuento de fuerte contenido existencial.
Un gran abrazo.
HD