19 de julio de 2011

Artesanias

Camino por la vereda de mi mundo, alejado de tanta realidad, cuando una fina línea me hace cruzar a  la vereda de ese mundo más tangible, quizás más real en algunas perspectivas. Un flaco me conecta a esta realidad cuando logra pasar sus ondas sonoras por mis oídos y hacerlas procesar por mi mente –Discúlpame- me dice –soy de Uruguay, estoy vendiendo estas artesanías que hago y no aguanto más el estar acá, me quiero ir de acá, para Villa General Belgrano y el cole sale dentro de una hora- de a peldaños baje al mundo lo más rápido posible para poder escucharlo atentamente, mientras me hablaba mis ojos se posaron sobre dos arañas, una libélula y un ciempiés de metal, muy rústicos pero la rusticidad les daba una belleza inextricable, mostrando estar atento me indica el precio, 32 pesos pienso, no traje billetera hoy y lo que tengo en el bolsillo no debe alcanzar. Él viéndome vacilar agrega –Te lo dejo a 20, es que me quiero ir y me falta poco para alcanzar la guita necesaria para el pasaje- sorprendido, vuelvo a pensar en cuanto traigo y mientras le digo  –Mira no sé si llego-, meto las manos en el bolsillo, saco todo lo que tengo, lo cuento y solo llego a unos pocos 15 pesos –Solo tengo 15- –Dale, te lo dejo a 15, elegí cual te gusta más- yo casi incrédulo del precio, elegí la mejor araña y me fui tras los agradecimientos inmerecidos por parte de él. Era yo el que en todo caso debía agradecerle, me pesa el haberle pagado tan poco y ahora que me pongo a pensar, el haber elegido el más lindo en vez de uno al azar. Quizás nunca lo vuelva a ver, pero esta es mi manera de agradecerle a aquel simpático uruguayo

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